Si ya resulta más difícil para todos hacer frente a los pagos, la cesta de la compra o renunciar aquella reforma o proyecto empresarial de muchos millones, la crisis desde luego no ayuda al buen clima laboral, especialmente donde ya era «tóxico» antes.
Y es que las consecuencias del clima laboral es como el agua en una cesta: que se escapa por los accidentes laborales, las bajas, el absentismo medible y el absentismo psíquico y también por la violencia interna o externa al trabajo, dado que todos andamos un poco más asfixiados. Un setenta por ciento de los trabajadores preguntados por lo que consideran mayores estresores laborales en su trabajo, considera las relaciones interpersonales, como el que más. Esto, que podría ser natural, inherente al ser humano, resulta que se acrecienta por la desorganización del trabajo. Tarea de la que se ocupa la Psicosociologia Laboral.
Si la ley de Prevención de Riesgos Laborales, se cumple sólo por temor a la sanción, confiando en que sean los ángeles de la guarda los que libren a los empleados de los accidentes y «así nos ahorramos la Prevención…», si hacemos las cosas por amor es decir, deseo de hacer las cosas «bien hechas», seguramente evitaremos todos esos costes de siniestralidad. Fácilmente medibles por el empresario común. Pero si no medimos los costes indirectos, los de la no prevención, nos encontramos con el efecto «agua en la cesta» en la productividad. Si cada euro invertido en prevención revierte entre cinco y quince de beneficio, la prevención es claramente rentable.
En Navarra, según la Encuesta del Instituto de Salud Laboral, se encuentran afectados por estrés un doce por ciento de los trabajadores. Poco me parece, a juzgar por las apariencias. Se llevan «la palma» Servicios Sociales, Administración Publica y Banca por la excesiva cantidad de trabajo. También las empresas mayores de doscientos cincuenta trabajadores, sobre todo aquellos con estudios superiores.
El estrés cuesta veinte mil millones de euros en la UE según la Agencia Europea para la Seguridad y Salud en el Trabajo. Muchos se podrían ahorrar favoreciendo la comunicación que permita conocer los problemas que generan estrés a los empleados (directivos y/o trabajadores sin mando, da lo mismo). Saber cuál es nuestra función en el trabajo, conocer el organigrama de la empresa, recibir evaluación sobre nuestro desempeño, saber si estamos haciendo lo que la empresa quiere o no, conocer los cambios con antelación, estar informados de los objetivos de la empresa, si los tiene… Porque hay «organizaciones», sí Organizaciones No Gubernamentales, o no laborales, a veces de más de trescientos trabajadores, donde no se conoce el organigrama de la empresa, ni su estrategia y objetivos. Y algunos llevan más de veinte años. Vamos, donde ni se ha definido nada. Sobre la marcha. Ésta es la diferencia entre una «Organización» y una empresa. El origen y la gestión posterior.
La empresa es un emprendimiento organizado, surge de una idea y requiere la gestión posterior de recursos económicos, tecnologías y personas para su realización. Si no se replantean periódicamente sus objetivos y no separa formalmente sus diferentes estructuras funcionales no es una organización empresarial. Así son pues, un club deportivo, una orden religiosa o una prisión. ¿Cómo creen ustedes que pueden estar esos trabajadores? ¿Acuden diariamente a trabajar motivadísimos?¿Se creen parte de la empresa y la consideran como suya? ¿De su responsabilidad? ¿Cree que acuden diariamente o que más bien al menor problema de salud prefieren no acudir? De cualquier manera y por buscarle algo positivo al tema de la crisis, quizá tras años de una abundancia de hartazgo, el ansia de dinero, de «tener» y «tener mas cosas», poco interés por desarrollar valores humanos y mucho afán de éxito social a cualquier precio, aunque sea sólo apariencia, volvamos un poco a otro modelo social más solidario, orientado al «ser» en vez de «tener» y nos sirva para algo más que practicar cálculo matemático, una y otra vez, para llegar a fin de mes.
Idoya González